RITO,DISCURSO,CUERPO,ENFERMEDAD Y MUERTE

.JULIO 3/2012
Rito y discurso: cuerpo, enfermedad y muerte en dos textos funerarios. José Enrique Finol y Aurora M. Montilla
Alberto Antonio Foronda Correa.
Facultad de derecho.
Semiótica.
Relatoría


La siguiente relatoría del articulo “Rito y discurso: cuerpo, enfermedad y muerte en dos textos funerarios”, se ha realizado con el fin  de comprender todos aquellos componentes y modalidades, que le dan significado a la acción ritual, Y le convierte no solo en un discurso, sino que aporta  a “La constitución del discurso ritual  que no solo está dado  por los Componentes verbales, sino también por la acción ritual propiamente  dicha  (conductas,  gestos,  movimientos), el  sistema  de Creencias y valores y el código de los símbolos que al mismo tiempo que lo integran también le sirven de marco y referente”. 
Partiendo de este punto, se debe  tener claro que para analizar un espacio ritual debemos tomar partida de sus componentes y allí  situarnos en aquella acción ritual, que abarca comportamientos humanos, como el guardar silencio, hablar en voz baja ,oraciones religiosas de despedida, tocarle la cara o las manos al muerto, llevarlo entre varios a la iglesia, el sacerdote  le rosea agua encima del ataúd ,vestimenta de color negro, caminar despacio; que pasan a ser símbolos que llevan honor al difunto, como lo son todos aquellos objetos básicos, que permean el lugar (flores,  velas, música de su agrado, prendas, alimentos, coros y  crucifijos).
Continuando con los componentes, para analizar  la acción ritual, resulta importante resaltar la jerarquización que toman las personas en  los lugares de velación, al verse divididos  por los dolientes (familiares y allegados al difunto), y  en las personas que por uno u otro motivo acompañan a  la familia desde un lugar más efímero, esta  jerarquización  vista desde una simple representación visual u observada en el acercamiento que tienen las personas con el cuerpo, se  hace también importante de notar, al mirarse el lugar que adquieren las personas en determinados  espacios, puesto que se otorga un lugar más intimo y puede decirse  que más cómodo, para los dolientes, el cual, abarca consigo un aspecto religioso y  esta prescindido por llantos, suplicas y anécdotas de los últimos días de vida del difunto; mientras que en otro espacio, se encuentran las otras personas , que ocupan el “espacio externo”, el cual se caracteriza por estar cargado de un ambiente más profano, al irse envuelto de chistes, risas y café.
Ahora pues, tomando de referencia la siguiente cita, nos introduciremos un poco más, en aquella conformación del discurso ritual llevado a cabo en la ceremonia: “la enfermedad y la muerte son percibidas no sólo como fenómenos físicos naturales, sino que responden a una lógica cultural fundamentada en una noción del cuerpo en la que, de algún modo, éste está conectado a la historia de otros cuerpos y también de otras muertes”(1) ; esta cita es una clara introducción a él contenido que abarca los discursos rituales, puesto que en ellos es sencillo encontrar, el entrelazamiento de la muerte de la persona con aquella lógica cultural, como también esa noción de que el muerto puede traer como consecuencia otras muertes, por el dolor que cargan a cuestas muchos de sus allegados.
Así, se pasa a la lógica de que el discurso es provisto como el método que nos lleva a comprender muchas veces el porqué de la muerte, puesto que al no ser solamente constituidos por componentes verbales, sino por ser estos  narrados desde el punto de vista de los familiares o allegados, son ellos, quienes toman sus  datos, y conforman una única historia, un solo discurso,” el cual no solo sirve para describir o informar sobre la muerte, sino que en el marco del rito velatorio constituye una estrategia simbólica, para comprender su lógica y hacerla aceptable”(4).
Para concluir, es preciso decir que  muchos de los discursos, y ante todo,  de los dos textos funerarios, se toca  la aparición del dolor, la cual es vista o “constituye esa irrupción que, por primera vez, saca de su curso “normal” la continuidad de la vida cotidiana. Proyectado dentro del contexto del cuerpo y dentro de su funcionamiento fisio-biológico el dolor que  viene a distorsionar la línea continua propia en la que percibimos la funcionalidad de nuestro cuerpo” (3). Y donde todo discurso o rito funeral se convierte en ese escenario de continuidad, puesto que aunque lleve consigo elementos simbólicos para hacer perdurar su vida, no pueden intervenir en ese breve paso que damos por la tierra, seguirá siendo ese cuerpo un discurso, que tal vez encuentre consolación al verse implicado por causas naturales, o ese remordimiento o temor al saber que muchos de esos hechos pudieron ser diferentes.